¿Sabías que nuestro cuerpo físico puede enfermar debido a la “mala calidad” de nuestros pensamientos y a una gestión emocional inadecuada? Estos pensamientos y emociones se desarrollan mientras crecemos, influidos por el entorno que afecta nuestra individualidad.
Desde pequeños, nos alimentamos de condicionamientos sobre cómo “deberíamos ser”, interfiriendo y desconectándonos de nuestras verdaderas necesidades, propósitos y sueños. A esto se suman experiencias que impactan nuestra autoestima, tales como carencias afectivas, abuso, violencia física y/o psicológica, abandono, rechazo, indiferencia, críticas excesivas, sobreexigencias o sobreprotección, afectando la construcción saludable de nuestra identidad.
La mente comienza a identificarse con creencias y mandatos sociales, culturales y familiares que se internalizan, consciente o inconscientemente, como verdades absolutas: “No eres capaz, no sirves para eso, mira en lo que te has convertido, has descuidado tu cuerpo, los hombres no lloran, las mujeres deben ser de tal o cual forma, debes ser exitosa, tú no opines, no puedes fallar, nadie te va a querer así”, entre muchos otros.
La relación con nosotros mismos se empobrece, apagando nuestra luz interior. Nos integramos al mundo con una sensación de insuficiencia e inseguridad, buscando en nuestro entorno la aceptación y el amor que faltó en nuestras primeras etapas de vida. Intentamos aliviar estos miedos y vacíos con un sinfín de estímulos externos que no logran satisfacernos, alejándonos cada vez más de nuestro interior, del verdadero amor y autovaloración, que son lo que realmente nos acerca a la felicidad, salud y bienestar.
En este proceso de autocuidado y autoconocimiento, la atención psicológica es fundamental. La terapia psicológica, el yoga y la terapia floral son herramientas poderosas que pueden ayudarte a reconectar contigo mismo, sanar tus heridas emocionales y construir una vida más plena y saludable.
…”La Historia de Laura”
Imagina a Laura, una mujer que siempre ha buscado la aceptación y el amor en su entorno. Desde niña, Laura fue condicionada por las creencias y expectativas de su familia y sociedad. Estas creencias, como “debes ser exitosa” y “los hombres no lloran”, se convirtieron en mandatos internos que influenciaron negativamente su autoestima y su percepción de sí misma.
A medida que crecía, Laura se sintió cada vez más desconectada de sus verdaderas necesidades y sueños. Las experiencias de rechazo, críticas excesivas y sobreprotección dejaron profundas huellas en su bienestar emocional. Esta desconexión la llevó a buscar alivio en estímulos externos que nunca lograban satisfacer su vacío interior.
Un día, Laura decidió buscar ayuda psicológica. Visitó a un psicólogo profesional especializado en atención psicológica para adultos. A través de sesiones de terapia, comenzó a trabajar en la identificación y la reestructuración de sus creencias limitantes. Aprendió técnicas de imaginería compasiva que le permitieron reconectar con su yo interior y cultivar una relación más amorosa y compasiva consigo misma.
Laura empezó a integrar prácticas de autovaloración y autoconfianza en su vida diaria. Utilizaba afirmaciones como “Soy suficiente tal como soy” y “Merezco amor y aceptación”. Estas palabras de reafirmación fortalecieron su autoestima y le proporcionaron una sensación de bienestar.
Con el tiempo, Laura notó una transformación significativa en su vida. La terapia psicológica y la imaginería compasiva le permitieron sanar sus heridas emocionales y desarrollar una relación más sana y equilibrada consigo misma. Se sintió empoderada para perseguir sus sueños y vivir una vida auténtica, plena y coherente con sus propios valores, algo que no habia resuelto en ella anteriormente.
La compasión hacia uno mismo es el primer paso hacia la verdadera paz y autentica felicidad.
“Si tu compasión no te incluye a ti mismo, es incompleta.” – Buda
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