Por Dra. Aniza Silva, Odontóloga Integrativa, terapeuta, Coach y miembro del Centro Terapéutico Terranova
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Introducción
La pasada tarde del 6 de noviembre de 2025 fuimos a la Conferencia Internacional de Psicología Existencial, donde el Dr. Alfried Längle exponía sobre el Síndrome del Impostor.
Como Odontóloga Integrativa, terapeuta, Coach y eterna estudiante de la experiencia humana, llevaba mi celular lista para tomar notas. La sala estaba llena de estudiantes. Me acompañaba Julio, quien trabaja en el Centro Terapéutico Terranova.
Al iniciar la ponencia sentí que el Dr. Längle nos hablaba directamente a cada uno con sus primeras preguntas casi susurradas:
“¿Quién soy? ¿Cómo puedo encontrarme a mí misma?”
Con esas palabras iniciales, nos invitaba a una exploración personal profunda desde el primer minuto.
La figura del Dr. Längle impone respeto por su trayectoria. Este psiquiatra y psicoterapeuta existencial austriaco colaboró estrechamente con Viktor Frankl – el fundador de la logoterapia – en la década de 1980.
Posteriormente fundó la Sociedad Internacional de Logoterapia y Análisis Existencial en Viena, llevando la psicoterapia humanista a nuevos horizontes. Su enfoque terapéutico existencial se centra en ayudar a las personas a encontrar sentido, autenticidad y valor en sus vidas, incluso frente a inseguridades profundas. Con ese bagaje, no es de extrañar que abordara el síndrome del impostor desde una perspectiva tan humana y profunda.
¿Qué es el Síndrome del Impostor?
Längle comenzó reconociendo que sentir cierta inseguridad o duda sobre uno mismo puede ser saludable – nos mantiene humildes y abiertos a aprender, y es importante saber admitir cuando no sabemos algo.
El problema surge cuando esa inseguridad es constante; entonces aparece la vergüenza y el sufrimiento, y la persona desarrolla una incapacidad crónica para atribuirse sus logros o disfrutar de sus éxitos.
Se instala el síndrome del impostor: esa sensación persistente de no merecer lo que se ha conseguido y el miedo permanente a ser “descubierto” como un fraude en cualquier momento.
Síntomas del Síndrome del Impostor
Durante la charla, el Dr. Längle enumeró varias manifestaciones típicas en el pensamiento, las emociones y la conducta de quien padece este fenómeno:
- Síntomas cognitivos: tendencia a no reconocer los éxitos personales, atribuyéndolos a la suerte o a factores externos; adopción de un perfeccionismo rígido como mecanismo defensivo; miedo constante a ser “descubierto” en una supuesta incompetencia; y en general la minimización de los logros propios – “no es algo especial, cualquiera lo hubiera conseguido”, llegan a pensar.
- Síntomas emocionales: predominan emociones como el miedo, el estrés, la vergüenza y la culpa, pudiendo incluso aparecer estados de depresión y agotamiento crónico.
- Síntomas conductuales: pueden darse dos polos opuestos. Por un lado, la sobrecompensación: trabajar o prepararse en exceso (a veces volviéndose adicto al trabajo) por temor a rendir insuficientemente, lo que a la larga conduce al agotamiento.
Por otro lado, la evitación o procrastinación: postergar tareas por miedo al fracaso, aumentando con ello la presión y la probabilidad de error. También es común aferrarse a lo seguro: evitar desafíos o exposiciones que podrían revelar la propia inseguridad, quedándose estancado en la zona de confort.
En todos los casos, la persona con síndrome del impostor no logra valorar su esfuerzo ni su compromiso, y vive con el temor constante de que en cualquier momento se evidencie su supuesta falta de capacidad.
Recuerdo que, al oír esta lista, asentí junto a muchos asistentes. Quedaba claro que el síndrome del impostor abarca mente, corazón y acciones, permeando toda la forma de ser de quien lo padece.
Autoestima, inseguridad y timidez
En el fondo, el síndrome del impostor hunde sus raíces en una autoestima frágil y en la inseguridad profunda. Längle describió que la persona con este síndrome suele sentir que no merece su éxito, que no está “a la altura” de lo que los demás esperan.
Espera siempre que algo externo valide sus logros – o piensa que lo que obtuvo fue mera suerte – y por eso, cuando alcanza un logro, en vez de orgullo o alegría siente remordimiento y culpa, como si estuviera engañando a los demás respecto a su competencia.
El Dr. Längle señaló además que la timidez puede ser una puerta de entrada al síndrome del impostor. Quien es tímido tiende a temer mostrarse tal cual es por miedo a que queden expuestas sus debilidades; imagina que si se pone bajo la luz pública, los otros notarán sus “defectos” ocultos.
Surgen así miedos profundos a ser ignorado, a fracasar o a ser considerado incompetente.
De hecho, nuestras propias expectativas pueden actuar como motor para esforzarnos, pero también llegan a intimidarnos: la persona tímida con inseguridades a cuestas suele sentirse sobrepasada ante la autoridad o el juicio ajeno, por la presión de no decepcionar a nadie.
Autoimagen y reflejo externo como proceso dialógico
Una pregunta clave es cómo cultivar estos pilares en la vida cotidiana. Längle sugería que debemos empezar por brindarnos a nosotros mismos esa consideración: tomar en serio lo que es verdaderamente nuestro – nuestras creencias, deseos y necesidades – y mantenernos firmes en ello.
Tras analizar el problema, el Dr. Längle ofreció orientación sobre cómo fortalecer la autoestima para enfrentar el síndrome del impostor. Enfatizó tres pilares fundamentales en la formación de una autoestima sana:
- Consideración: sentirme visto/a y respetado/a; experimentar que mi esencia importa y es reconocida por los demás.
- Trato justo: saber que tengo el mismo derecho que cualquiera a ser valorado y digno de amor.
- Aprecio: reconocer mi singularidad sin compararme con estándares ajenos.
Avanzando en su exposición, la charla profundizó en un aspecto fascinante: ¿de dónde viene nuestra autoimagen?
Längle explicó que tanto la autoimagen como la autoestima se construyen en interacción entre lo que viene de adentro y lo que viene de afuera.
Por un lado, desde adentro, cuenta cómo me veo y me experimento a mí mismo – la imagen interna de quién soy y cómo me siento.
Por otro lado, desde afuera, influye lo que el entorno me devuelve a modo de espejo: las reacciones, palabras y actitudes que recibo de los demás y las consecuencias de mis actos.
En palabras del propio Längle:
“El nacimiento de la autoimagen es dialógico”.
Ese sentido de quién soy se forma en un vaivén constante entre mi vivencia interna y el reflejo externo que me ofrecen los otros.
Preguntas importantes:
- ¿En qué medida coincide conmigo el reflejo externo?
- ¿Me siento reconocida y comprendida en él?
- ¿Y cómo me va conmigo en relación a eso?
Estas preguntas cruzaron por mi mente y, estoy segura, por la de muchos otros asistentes.
Längle resumió la idea con una frase que anoté textualmente:
“Esto percibido da ocasión para la autorreflexión ajena; el nacimiento de la autoimagen es dialógico.”
En otras palabras, darnos cuenta de cómo nos ven los demás nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre nosotros mismos desde esa perspectiva externa.
Nos miramos a través de los ojos ajenos y, a partir de allí, entablamos un diálogo interno sobre quiénes somos en realidad.
Nuestra autoimagen se co-construye en ese intercambio: en la medida en que confronto lo que siento que soy con lo que el mundo me refleja, va naciendo una comprensión más completa (y a la vez dinámica) de mi propia identidad.
Fortaleciendo la autoestima para superar el síndrome del impostor
La conferencia ofreció conocimiento académico, y sobre todo una vivencia profundamente humana.
Entendí que el síndrome del impostor no es un enigma, sino un fenómeno comprensible desde la perspectiva de la psicología existencial, y que podemos superarlo si nos atrevemos a mirarnos con honestidad y compasión.
Mientras tomaba nota de la charla, sentí que las piezas encajaban: así como a veces mi reflejo externo no coincide con cómo me veo por dentro, también tengo el poder de dialogar con esa autoimagen y transformarla.
Descubrirás que eres más capaz y valioso de lo que tu inseguridad te hace creer.
Plantearte las preguntas que surgieron en esta conferencia – “¿coincide el reflejo externo con quien soy?, ¿me siento reconocido?, ¿cómo estoy conmigo en relación a eso?” – puede ser un buen inicio para re-evaluar tu autoimagen desde una nueva luz.
Cuando logramos estar en sintonía interna con nosotros mismos – es decir, vivir de manera auténtica, evaluarnos y aceptarnos sin tantas máscaras – la ansiedad comienza a disiparse, porque al fin podemos confiar en nosotros mismos.
Cada pequeña experiencia positiva de autoafirmación (por ejemplo, reconocer un logro y permitirme disfrutarlo) va generando, con el tiempo, una seguridad emocional más estable.
El fortalecimiento o afianzamiento de la autoestima ocurre tanto dentro de uno como en relación con los demás.
Cuando me valoro y me planto con autenticidad, los otros también lo notan: les resulta más fácil valorarme e incluso aceptar mis límites y vulnerabilidades.
Se crea así un círculo virtuoso de respeto. Ahora bien, construir esa base interior sólida a veces implica atravesar ciertos dolores.
Hace falta mucha empatía y compasión hacia uno mismo, y aceptar nuestras heridas o pérdidas – eso que Längle llamó el “duelo” que debemos asimilar – como parte de quienes somos.
Pero este proceso vale la pena: es el camino que nos permite salir de la sombra del impostor y reconocernos con una nueva luz.
El Dr. Längle también destacó la importancia de la solidaridad y del respeto a la neurodivergencia en este camino de sanación. Recordó que no todas las personas sienten y piensan igual, ni todas las trayectorias de vida encajan en los moldes convencionales.
Como reflexión final…
Si algo de lo aquí compartido resonó contigo, este es un buen momento para una suave autoobservación:
¿Cómo te hablas a ti mismo cuando logras algo?
¿Qué tan duro juzgas tus “fallas”?
A veces, pequeñas dosis de amabilidad interior pueden abrir grandes caminos de liberación.
Para conocer más sobre el trabajo integrativo y compasivo en salud mental, te invitamos a visitar el Centro Terapéutico Terranova, donde trabajamos para acompañar los procesos de bienestar emocional y crecimiento personal.
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